Amarte a ti mismo es el primer paso para amar a los demás.
Nunca dediques a otra persona el tiempo que te niegas a ti mismo.
Si fallas en valorarte a ti mismo, no esperes que alguien de afuera te dé el valor que tú te niegas.
Fíjate bien que cuando vayas a amar a alguien, nunca lo ames más que a ti mismo.
Amarse a uno mismo significa aprender a no aceptar todo lo que somos y hemos hecho.
Si estás cómodo contigo mismo, nunca estarás solo.
La soledad es la manifestación latente de que no eres quien deseas ser y por ello te sientes a disgusto cuando no hay nadie más alrededor.
Aprender a quererse es aprender a aceptarse, con defectos y virtudes.
El día en que te conviertas en tu mejor amigo, habrás aprendido el arte de vivir.
Si condicionas tu autoestima a opiniones ajenas, nunca serás feliz.
Cuando el miedo a ser rechazado es más poderoso que el deseo de ser auténtico, terminas por ser una marioneta de personas que lo que menos quieren es tu bien.
Pasamos la vida tratando de vernos con los ojos de los demás, cuando lo que en verdad deberíamos hacer es mirarnos desde nuestra propia óptica para así no perder la esencia de la que cada uno de nosotros está hecho.
La confianza en uno mismo es el motor más potente que el ser humano pueda tener.
Busca personas que te ayuden a ser quien eres en verdad y a quererte cada día más; esas son las personas que suman en tu vida, el resto solo resta.
Cada vez que sientas que alguien se está haciendo sentir menos que ellos, recuerda que tú eres quien está consintiendo esa actitud.
Para llegar a ser alguien en la vida, primero tienes que saber el valor que tienes y no aceptar que nadie intente contradecirte al respecto.
El tiempo es la materia prima de la vida y para saber utilizarlo bien, tenemos primero que saber quiénes somos y cuánto valemos. Solo así lograremos construir algo útil.
No solo tenemos el derecho de ser quienes somos en realidad, sino que es nuestra obligación moral con nuestro prójimo.
El mayor romance que puedes vivir comienza cuando empiezas a amarte a ti mismo.
Cuando sientas que quieres cambiar el mundo, busca hacer aquello que te haga vibrar, ya que así contagiarás a otros de que hagan lo mismo y el planeta entero vibrará con la frecuencia más alta que se pueda imaginar: la del amor a uno mismo.
Intenta infravalorar lo que no eres y sobrevalorar lo que eres, entonces sentirás un cambio sustancial en ti.
Mirar directamente a la cara de los demás es la mejor forma de poder mirarse a uno mismo al espejo sin sentir la necesidad de bajar la vista.
Si la autocrítica no ha surtido los efectos que esperabas, prueba con alabarte a ti mismo y sorpréndete con los resultados.
No le huyas al miedo; enfréntalo, míralo de frente y supéralo. Solo así ganarás la experiencia que necesitas para valorarte a ti mismo.
