No importa la negrura que hoy veas en el cielo, las nubes no tardarán en disiparse y lo que quedará será el brillo del sol.
Siempre es mejor una esperanza postergada que la carencia de la misma.
Desde que el mundo es mundo, no ha habido un invierno sin una floreciente primavera.
En la naturaleza todo es cíclico y el ser humano es parte de la naturaleza, por lo tanto todo lo malo que hoy te ocurre es parte del proceso que debes pasar para volver a estar bien.
La esperanza es lo que nos mantiene vivos y nos impulsa a ser mejores una vez que nos volvamos a levantar.
La esperanza es a la vida lo que el sueño es al dormir.
Una vida sin esperanza no merece la pena ser vivida.
Quien no tiene esperanza no cree en sí mismo.
La esperanza es el primer paso para hacer nuestros sueños realidad.
Es imposible tener esperanza sin miedo, ya que la esperanza misma es, en su esencia, el miedo disfrazado de la confianza en uno mismo.
Cuánto más dolorosa sea tu situación, más esperanza debes tener.
La esperanza es ese fuego interno que nos dice que nunca es tarde para intentar mejorar.
Podrá disiparse todo en tu vida, pero nunca las esperanzas de un futuro mejor.
La esperanza es la amante más traviesa; nos motiva a creer en ella, nos engaña, pero no nos deja abandonarla.
La esperanza es la que nos hace reconciliarnos con la vida cuando creemos que todo está perdido.
No puede faltar la esperanza mientras hay vida, porque la vida misma es esperanza.
La esperanza es la forma que encontró la vida de defenderse de los avatares del destino.
El destino la quiere vencer, pero ella siempre sale invicta; su nombre es esperanza.
Cada nacimiento es la confirmación de la esperanza que Dios deposita en nosotros.
Cada nuevo ser que nace nos trae la esperanza de transformación que este mundo necesita.
¿Qué es la esperanza? La seguridad de que aún creemos en la vida.
Aún tienes el resto del día para hacer del día de hoy el mejor de tu vida.
La esperanza necesita alimentarse de hechos concretos para asegurar su existencia.
No debemos confundir la esperanza con la seguridad de que las cosas cambiarán porque una mano mágica estará siempre ahí para levantarnos; necesitamos hacer que las cosas pasen.
Quien tiene esperanzas, pero nada hace para mejorar su vida, está intentando cultivar tulipanes en un terreno infértil.
La esperanza necesita de un plan de acción que garantice que lo que alberga es posible.
Ten esperanza y siempre tendrás algo que hacer.
La esperanza va y viene con los golpes del destino, pero su raíz está bien afianzada a la tierra y después de cada período de devastación vuelve a dar brotes.
La esperanza nunca muere en las personas que están verdaderamente vivas, sino que a veces se desmaya.
La pérdida de la esperanza es la señal de que se han ido las ganas de vivir.
Si aún tienes fuerzas para respirar, es que vive la esperanza en el fondo de tu corazón.
